El Tribunal Oral Federal 5 condenó a Jorge “El Tigre” Acosta y Alberto Eduardo González a 24 años de cárcel por abusos y violaciones cometidos contra detenidas que estuvieron secuestradas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la última dictadura cívico militar.
“Simbólicamente, este fallo es importante porque se habían dejado de lado estos delitos en los juicios y el Tribunal los retomó y los hizo público”, dijo Lucía García Itzigsohn, militante feminista y Directora Provincial de Planificación y Gestión Comunicacional del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de PBA en una entrevista en RADIO ESTACIÓN SUR y agregó que el Estado juzgue y condene por violencia sexual incorpora una perspectiva de género que coincide con la demanda de la reforma judicial feminista.
A pesar de los 30 años de impunidad y 24 de condena para los exmilitares Acosta y González, la integrante de HIJOS La Plata, comentó que no se dará a conocer la identidad de las víctimas para que se trate de un hecho reparatorio y no revictimizante. “Esto completa un proceso de mi historia, de sobrevivientes y familiares de los que pasaron por la ESMA y de toda la comunidad, es una posibilidad que sean reconocidos los daños que se cometieron tras muchos años de espera e impunidad”, indicó en RES.
Los hechos ocurrieron durante 1977 y principios de 1978 y las condenas se dictaron por “violación agravada por haber sido cometida en concurso de dos o más personas, reiterada en -al menos- diez oportunidades”, abuso deshonesto, privación ilegítima de la libertad y tormentos, delitos que se declararon imprescriptibles por ser de lesa humanidad.
Acosta y González, comenzaron a ser juzgados el 27 de octubre del 2020 de manera virtual. “Fueron más 5 mil personas pasaron por ese centro de detección, los juicios se fraccionaron por etapas y habían quedado afuera los delitos sexuales”, sostuvo Lucía García Itzigsohn y aclaró que son dos los acusados y condenados pero no son los únicos.
Lucía García Itzigsohn explicó que la incorporación de los delitos sexuales cuando se juzguen los crímenes de lesa humanidad permite que se observen como parte del ejercicio de la violencia sistemática para que se cumpla un rol reparador, se pueda ponerle palabras a lo traumático y que la injusticia sea reubicada en la población para que no vuelva a pasar.
“Nosotros lo que vivimos fue crecer en un Estado que no juzgaba por estos crímenes. Fuimos niñes a quienes nos arrebataron nuestros padres, nos infligieron un daño propio y tuvimos que esperar hasta poder tomar en nuestras propias manos esa lucha para que se haga justicia”, dijo Directora Provincial de Planificación y Gestión Comunicacional en RES.
Según la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, más de 120 represores fueron responsabilizados por delitos sexuales y desde el año 2012 el Ministerio Público Fiscal de la Nación impulsa la persecución penal de los crímenes de violencia sexual cometidos durante la dictadura cívico militar y los considera como delitos autónomos con el propósito de establecer responsabilidades.
Dictadura militar y feminismo
En el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la PBA acompañan a familiares de víctimas de femicidios como ejercicio de memoria para recuperar la vitalidad de las mujeres para situarlas en la escena pública, interpelar y generar el debate con eso que sucedió. En tanto, Lucía García Itzigsohn comentó sobre la muestra que realizaron en Mar del Plata donde se reprodujo la habitación de Lucía Pérez, la adolescente de 16 años asesinada en octubre de 2016.
Además, la militante y periodista feminista, subrayó en RES alguna similitud entre el terrorismo de Estado y los femicidios: “Una cosa es el terrorismo de Estado como un mecanismo de exterminio de un movimiento político, porque la dictadura no solo persiguió mujeres, incluso en la apropiación de niños y niñas pero lo que hay de común son las lógicas de la violencia patriarcal, se jugó en el terrorismo de Estado la mirada patriarcal de los genocidas que además las mujeres militantes desafiaban con su propia existencia”
En la misma línea, remarcó que los feminismos en Argentina son herederos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo: “Ponemos el cuerpo como en Ni Una Menos y la marea verde, usamos el pañuelo verde heredero del blanco de las Madres y buscamos otros modos de la política y de la comunidad que desnaturalizan la violencia”