Por Claudio Lambolla
Los recesos estivales ya comienzan a ver su fin, los arreglos para el comienzo de clases ya tibiamente generan las primeras cuentas del año en la economía doméstica familiar. Lo que no ha cambiado respecto al 2021 y por lo que pinta no cambiara mucho en este año par, es la imposibilidad del gobierno nacional de concretar y sostener una política de precios que le permita ser previsible. Por ende, permitirle a toda la sociedad vivir tenuemente menos estresada en este ítem tan importante como lo es la economía de consumo diario.
El gobierno ha acertado en varias políticas generadas para la clase media, una de ellas fue Pre-viaje, un acierto que hoy trasciende las fronteras y por ejemplo España estudia ponerla en práctica. En provincia, Cuenta DNI es una herramienta eficaz para los bonaerenses. A fuerza de sendos descuentos, gambetean el devenir inflacionario, las funestas acciones del empresariado supermercaditsta de la provincia, y sin sumar a las cámaras nacionales formadores de precios.
El título de este escrito, parafrasea la conocida frase, ¡cocodrilo que se duerme es cartera!.
Y lo que trata de exponer, es la siesta que el gobierno está durmiendo, no porque no genere acciones, sino que peor aún, ninguna medida es eficaz al momento de aplicarla o sostenerla en el tiempo. Además por supuesto que lo deja tambaleando en la visión de la opinión pública al momento de medirse con los que hoy son los dueños del poder en Argentina, los únicos ganadores en esta eterna crisis que parece no tener fin, los formadores de precio, los supermercadistas, ese pasa manos eterno que tanto Paula Español en su momento como Roberto Feletti en la actualidad parecen no encontrarle la vuelta.
Lo más llamativo a estas alturas, y desconcertante como mínimo, es que el gobierno nacional se expuso solo en esto, desde la recordada expropiación fallida de Vicentin, reculando en chancletas ante el poder real mancomunado detrás de los interés de la oligarquía nacional. Ahí sí se puede ver cuando cierran filas tanto el poder judicial, el poder real encerrado en apellidos patricios y los buffet de abogados, que mediante recusaciones eternas estiran una decisión tanto o más que la Corte Suprema Nacional al momento de fallar en contra de los intereses empresariales.
Vuelvo con ese dormitar nacional que se traduce en un aumento del costo de vida en 50,7% anual. La inflación de precios minoristas alcanzó en enero al 3,9%, el indicador más alto desde abril del año anterior, con una fuerte suba del 4,9 en la canasta de alimentos y bebidas. Es imposible sostener el humor social con estos números.
Hoy la clase trabajadora no puede mirar más allá del hoy, solo vive el presente, no puede proyectar y difícil que pueda hacerlo con la deuda que nos ha dejado el nefasto hijo de Macri para los próximos años.
No me gusta tener esta sensación de frustración, porque sostengo este modelo, sostengo esta idea nacional y popular, pero veo cada día que las herramientas utilizadas son como el paracetamol para el COVID, te ayuda en el día a día pero no te cura la enfermedad.
Estoy convencido que debemos trabajar en el cambio de paradigma dirigencial y de gobierno, es insostenible que un país viva en crisis desde que tenemos uso de razón.
¿Por qué digo esto?; Porque las políticas y acciones que toma un gobierno “signado” por la crisis son de hecho para sostener y apalear los males mayores dejando de lado cualquier política estructural o trascendental.
Cualquiera de ustedes me podrá decir que hoy la coyuntura es de crisis. ¡Si!, siempre lo fue y acá estamos. Después del primero de julio de 1824 con el primer empréstito de la Baring Brothers, de la mano del dueño de nuestros cuadernos mozos en etapa escolar, el viejo Rivadavia tapa dura, siempre vivimos en crisis irresolubles (salvo casos honrosos). Siempre en congresos convulsionados, en dobles monedas impuestas por los que tienen el poder, los mismos que aumentan los precios de los alimentos y que claramente están un paso delante de todos los que conformamos la sociedad. También están, a veinte pasos de las decisiones de cualquier gobierno, y en algunos casos los que están en el gobierno. Por ejemplo el que gobernó la Argentina desde 2015 a 2019 donde el jefe de gabinete Marcos Peña Braun, aparte de un ejército de trolls, también era dueño junto a su familia del supermercado “La Anónima”, porque no es potestad de este mandato, los empresarios manejan y manejaron el país siempre. Los números que adjunto abajo, de la Consultora CCR, son una muestra de ello:
- Aceites: 3 empresas concentran el 90,5% de la facturación y el 90,6% del volumen. AGD, Molinos Cañuelas y Molinos Rio de la Plata
- Mercado de gaseosas: 2 empresas concentran el 98,3% (PEPSICO y COCA COLA), en volumen el 97%.
- Azúcar: 3 empresas concentran el 85% de la facturación, Ingenio El Tabacal, Ledesma y Valpafe (y 8% empresas de supermercados). Volumen 81% las tres.
- Caldos: el 90,6% es solo UNILEVER, que es
- Cerveza: 1 empresa concentra el 78% de la facturacion Cerveceria Quilmes y junto a CCU Argentina suman el 98,2%.
- Fideos: Molinos rio de la plata tiene el 79,4% con 5 marcas: Manera, Mattarazzo, Luchetti, Don Vicente y Favorita
- Harinas: Molinos rio de la plata y Molinos cañuelas tienen el 82,1%
- Leche: Mastellone vende el 69,5% del volumen, cuando Sancor ostentaba casi el 15%.
Es necesaria una respuesta intestina para este problema que hoy es el más relevante para la clase trabajadora, que necesita previsibilidad y una política clara respecto a las avivadas empresariales. Otro ejemplo, es el de los días de descuento en la provincia de Buenos Aires con Cuenta DNI, aumentan sus productos un porcentaje igual o parecido al descuento que otorga el ejecutivo. Algunas veces, le cambian el nombre del producto agregando alguna palabra como “especial”, “Premium”, “selección”, sacando con esto el producto de los precios cuidados acordado con el gobierno, aumentando en algunos casos un 15 o 20% su valor. Lo mismo que luego del acuerdo de precios de la carne en octubre 2021 con ejemplos de carne para milanesas rondando los $650 pesos, hoy esos mismo cortes no bajan de $850 pesos, $200 pesos de aumentos en cuatro meses, insostenible para cualquier bosillo flaco trabajador.
Los responsables deben tomar determinaciones, una buena idea es acercar al productor sin intermediarios al consumidor. El 18 de febrero, la vocera de presidencia Gabriela Cerutti se refirió a este conflicto, pero fue sólo un paliativo. Debe haber una mano fuerte que no dude, que sea inflexible ante los embates embusteros de los formadores de precios, de los grandes conglomerados de empresas que fijan precios, que compran pymes para evitar la competencia, que regulan la producción de granos, que manejan la exportación a piacere, que no permiten al gobierno generar acciones que promuevan la soberanía alimentaria. Pero el problema radica, en que esos empresarios son los que luego y cada dos o cuatro años envían los sobres para sostener algunas campañas, las que por supuesto no son solventadas por la embajada que ya tiene sus apóstoles de cada lado del mostrador con tarjetas black para cada uno de ellos.
La apuesta 2022 comienza, que el gobierno recuerde que debe hacer más por la clase que más necesita es vital para llegar a un 2023 mejor parado. Las legislativas, que si bien son elecciones no comparables con las ejecutivas, mostraron que ya no se regala un voto tan fácil, aunque del otro lado se encuentre el precipicio o locos libertarios. Es necesario que el gobierno salga a la calle con políticas reconocibles por la gente de a pie, que ve por televisión como acuerdan con el fondo y que al llegar a su casa le hace un agujero más al cinturón porque se sabe se viene otro ajuste, más crisis, mas desconcierto. La clase trabajadora no solo vive de paritarias, es casi hasta irresponsable pensar que si la inflación aumenta hay cláusula gatillo para equipar.
Seguimos pensando que los gobiernos nacionales y populares son el camino, que las economías regionales populares deben ser políticas de Estado para la urbanización total y equilibrada del país, generando valor a cada uno de estos emprendimientos que deben estar enfocados en la valorización de cooperativas y asociaciones que pregonen el bien del trabajador sosteniendo la paridad y las reglas de juego como lo hacen con las grandes empresas.
Una apuesta para este 2022 con los dedos cruzados, no solo con esperanzas, más bien con expectativas, apostando al crecimiento y la inexorable garantía que nos dan algunos apellidos que sostienen desde el silencio algunas políticas difíciles de comprender, por un 2022 donde la clase trabajadora use la cartera para acopiar sus éxitos.
*Docente; comunicador popular