Revistas, la banda que es parte de la generación de artistas que sacudió la escena musical en la salida del aislamiento de los cuerpos, acaba de lanzar “Días de guerra”, su segundo disco.
Producido por Mariano di Cesare (Mi Amigo Invencible, El Príncipe Idiota), grabado por Estanislao López y con la participación de Corvex (“Corbata” Corvalán), en este material el quinteto subió la distorsión a la canción contemporánea.
Las 8 canciones que componen el álbum, expanden la paleta sonora deudora del post-punk que fueron mostrando en sus EPs y su disco debut, incorporando ahora elementos del noise-pop, guiños del synthpop y el hardcore melódico.
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Desde el track que abre el disco “¿Quién soy yo para no sentir?” la energía opresiva se dispara entre melodías frenéticas y gritos de liberación. “Cemento”, que suma la colaboración de Corvex combina las guitarras entrelazadas con una poesía confesional en la cual la emoción aumenta en la influyente voz de Corbata.
“El Deseo” fue uno de los adelantos previos y sintetiza la atmósfera del disco: dream-pop y post-punk a velocidad urgente y enérgica. “Noches de amor” es el primer reparo del disco y representa el abrazo a la oscuridad en el encuentro con el calor de su lema: “Días de guerra, noches de amor”.
“La Maldad”, otro que fue adelanto, inicia con línea de bajo, tracción de batería y sintetizadores incitando al baile que le abrirá el camino a la tormenta de las significativas guitarras de Revistas. Entre el gótico y el shoegaze, su impulso siniestro lleva al siguiente track, “Quemar la plata”, donde los interrogantes existenciales dialogan sobre un piso de synthpop cimentado de ruido.
“¿Qué Importa?” cuenta con la voz de El Príncipe Idiota y es otra locomotora traccionada por bajo y batería para una oda a la nocturnidad que es el climax del LP.
“El Noise” cierra con densidad y nerviosismo un disco propio del zeitgeist de esta época de violencias diversas en la que la luz se vislumbra únicamente en la música.
El trabajo en banda, el compañerismo y el arte como forma de purgar el dolor condensado es lo que convierte a “Días de guerra” en una propia declaración de principios generacional.