El viernes pasado, al menos cuatro operarios recibieron telegramas de despido, y se espera que en los próximos días se sumen más cesantías, especialmente entre los trabajadores con menos de seis meses de antigüedad. La falta de comunicación oficial por parte de la empresa agudiza el temor entre los empleados.
El sector de despostada, clave en la operación del frigorífico, fue el más afectado por el siniestro. Aunque la faena sigue en funcionamiento, los rumores sobre recortes han generado preocupación generalizada.
El frigorífico emplea a unas 1.000 personas, de las cuales la mitad trabaja bajo contratos temporales. La falta de información oficial sobre el plan de recuperación de la planta deja un escenario incierto para gran parte del personal.
A este conflicto se suma un antecedente reciente: hace poco más de un mes, la empresa sufrió un millonario asalto comando en el que delincuentes se llevaron más de $30 millones.
En paralelo, varios empleados fueron trasladados a frigoríficos del Conurbano para continuar con sus tareas, pero sin garantías de estabilidad en el mediano plazo.