Luego de que se diera a conocer un vídeo donde niños y niñas jugaban a El Juego del Calamar, la Defensoría del Pueblo y la Asociación Libres de Bullying manifestaron su preocupación. Dicho juego se encuentra instalado en el patio de comidas del shopping Alto Avellaneda.
La directora de la Asociación, María Zysman junto con Walter Martello Defensor del Pueblo adjunto bonaerense, elaboraron una declaración para concientizar sobre la prevención de estos juegos. En dicha declaración, expresan: “En los últimos días hemos recibido pedidos de ayuda ante la ´propuesta` de un shopping de Avellaneda que consiste en recrear uno de los juegos de la serie”.
En la misma línea, agregaron: “En el patio de comidas del establecimiento instalaron una muñeca gigante (idéntica a la del primer juego de la serie) alrededor de la cual chiquitos de 6, 7 años corren y deben detenerse cuando la muñeca lo dice. El que no lo hace sufre el disparo de soldados (recrean a los de la serie) ubicados alrededor del círculo”.
En este marco, consideraron que se debe realizar un abordaje diferente respecto a estos productos. Esta serie está calificada para mayores de 16 años, ya que consiste en juegos de “supervivencia” donde los participantes son asesinados a sangre fría.
Así funciona la muñeca instalada en el patio de comidas del shopping:
Por otro lado, destacaron que “cuando el juego es planteado y organizado por los mismos niños podemos pensar en lo saludable del mismo. Podemos acompañarlo e incluso intervenir activamente”. “Pero cuando el juego es propuesto (¿impuesto?) por el afuera, y además es sumamente violento, es grave”, sostuvieron.
“¿Cuál es el límite entre las propuestas empresariales y los derechos de los niños, niñas y adolescentes? ¿Se le puede ofrecer “cualquier cosa” a los niños y las niñas? ¿Todo es excusa para convocar a las familias a un patio de comidas?”, se preguntan en la declaración.
Por último, indicaron: “Sabemos que los chicos expresan con el cuerpo, la conducta o el juego, aquello que los atraviesa y les preocupa. Generemos espacios de expresión y acompañamiento”. “Ofrezcamos nuestra mirada, nuestros brazos, nuestra escucha para que nos cuenten sus miedos y dolores. Recibamos los sufrimientos infantiles. Recibámoslos, no los generemos buscando ganar dinero”, concluyeron.